viernes, 10 de diciembre de 2010

Tocad, tocad, malditos...


Toda su gloria

WOVENHAND. Sala Caracol. Madrid. Jueves 9 de Diciembre.

He tenido que esperar al frío mes de Diciembre para presenciar, a mi juicio, el mejor concierto del año. Aunque no sé si concierto sería la palabra exacta para definirlo.

Tras la estupenda actuación de los multi-instrumentistas griegos de 7 Seas Duet, el telón de la Sala Caracol se abría para mostrarnos al reverendo Edwards y su banda al tiempo que empezaban con una estupenda versión del Heart and Soul de Joy Division. Acto seguido comenzaba un repaso a su más reciente trabajo discográfico, interpretando prácticamente en orden la primera mitad de The Threshing Floor justo hasta His Rest, que por cierto sonó especialmente dulce.

Llegados a este punto DEE, absolutamente en trance, ya tenía hipnotizados a todos sus fieles. Y es que los allí presentes no podían parar de mirar y escuchar a esa mezcla entre hombre-medicina navajo y predicador tatuado. Para entonces sus botas ya se habían tornado serpientes de cascabel y sus invisibles manos ya habían dibujado sombras en nuestro interior mientras su voz filtrada nos hablaba del cielo y el infierno.

A continuación fueron retrocediendo en su discografía para ofrecernos la estupenda Kingdom of Ice de Ten Stones y versiones especialmente potentes de temas clásicos como Speaking Hands, Tin Finger y la excelente Your Russia, con la que la banda de Colorado abandonaba el escenario mientras sonaban cantos rituales nativo-americanos.

Y si hasta entonces no había habido ni rastro de Mosaic, el momento más emotivo de la noche llegó cuando, banjo-mandolina en mano y acompañado por los integrantes de 7 Seas Duet, Edwards nos regaló una sobrecogedora versión de Whistling Girl ¿Y depués qué? Después Ordy Garrison atacó a su batería para iniciar la genial y demoledora Winter Shaker en la que todos nos dejamos la garganta gritando "Ale Aleluyah".

Para cerrar, una oscura y saturada jam de ritmos ultrapesados decía adiós a una inolvidable noche que me tocó en lo más profundo. Una noche en la que DEE y sus muchachos demostraron que todavía hay gente que entiende la música de un modo distinto y que Wovenhand es una de las bandas más sinceras y especiales que se puede ver sobre un escenario.

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